"Shhhh", dijo ella. "Estoy durmiendo."
Así nada más. De cien kilómetros por hora a dormirse en un nanosegundo. Moría por acostarme a su lado en el sofá, rodearla con mis brazos y dormir. No follar, como en esas películas. Ni siquiera hacer el amor. Sólo dormir juntos, en el sentido más inocente de la frase. Pero me faltó coraje y ella tenía novio y yo era irremediablemente aburrido y ella infinitamente fascinante. Así que volví a mi habitación y me derrumbé sobre la litera de abajo, pensando que si la gente fuera lluvia, yo sería llovizna y ella un huracán.


Looking for Alaska

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