El álbum

Ilustración Henn Kim

Compré un álbum de estos que vienen vacíos para llenarlos de fotos, dibujos, cartas,... Cualquier papel con valor personal. Saqué fotos nuestras, compré pegatinas, rotuladores, y empecé a pegarlo todo descuidadamente y con prisa. A estas alturas de la vida no pecaré de hipócrita; la idea en su momento me gustó, pero nunca saqué tiempo para hacerlo bien. Y fue entonces —cuando empecé a pegar fotos y a escribir textos que ni siquiera eran míos, que ni siquiera le gustarían porque los plasmé con el egoísmo y la generosidad (menuda contradicción) de quien regala esas palabras ajenas a quien piensa cuando lo lee— cuando empecé a replantearme por qué estábamos juntos. 

La precariedad laboral, la no cotización, los estudios, las dobles matrículas, la ausencia de tiempo personal, de espacio privado, son algunas de las grietas que se han ido abriendo en mi vida estos últimos cinco años. Esto es la adultez que a mí me pilló en bragas de Piolín, con una salud mental bastante deplorable y sin experiencia laboral. 

"¿Por qué estamos juntos?" pensaba para mí misma mientras intentaba deshacerme de los restos de pegamento en barra que había en mis dedos. Estábamos juntos porque nos vinimos muy bien la una al otro y viceversa. Ha sido una relación bonita, respetuosa, sana, tan plana que llegaba a descubrirme aburrida, tan conforme que encajábamos como dos piezas de un puzzle perfecto, tan envidiada que mis amigas se sorprendían de que (¿por fin?) había coincidido con alguien tan bueno para mí. 

Menos mal que no nos conformamos, que nos ha pillado la vida un poco hastiados de todo, del trabajo y sus sacrificios, del grado universitario y sus tasas, de objetivos claros pero a la larga,... No queríamos una relación. Lo dejamos porque no queríamos una relación y la tuvimos. Se convirtió en nuestra piedra en medio del camino, aquel que desde el principio sabíamos que no íbamos a recorrer juntos. Ahora tengo un álbum sin terminar en mi caja de recuerdos que jamás verá la luz y que darte las gracias.