Convertir a esa persona en tu todo parece que facilita las cosas. Sientes que eres la persona más feliz del mundo, que no tienes miedo. Todo es posible. Cuando lo ves, él se convierte en el epicentro del terremoto de sensaciones que hay en tu cuerpo. Todo bonito, ¿a que si? Pero las cosas no son tan sencillas. Los problemas no se resuelven regalando una sonrisa o dando un abrazo. Si así fuera, tendríamos menos complicaciones.
Convertir a esa persona en tu todo es arriesgado, pues en cuestión de segundos te puedes quedar sin nada.


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