El precio de una bala
No pegamos ni queriendo, pero queriendo lo vamos solucionando.
Me cuesta elegir entre blanco y negro, pasado y futuro, tiempo y trabajo, amor y amor. Y amor es lo que no tengo.
Hemos puesto de moda construir casas por el tejado, pintar castillos en el aire sin saber dónde tenemos los pies.
Suenan los huesos de mi mano derecha de un golpe contra el cristal. Hierro, dolor, herida y ni un atisbo de arrepentimiento, ni siquiera dualidades. Sólo yo queriendo encontrarme.
Adara Sánchez |
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