Como dando un volantazo

Sincronía en cincuenta y cuatro minutos de lentitud. 
Se enciende la hoguera casi de inmediato y comienzan a arder miedos, monstruos y mierdas rutinarias que, a fin de cuentas, te vuelven como con los ojos cerrados. Esta vez los cerramos adrede, queriendo. Está empezando a transformarse en cenizas lo que no nos queremos a nosotros mismos para querernos un poco mejor nosotros dos. Qué pena que ocurra esto como única vía de escape al no-amor propio.

Mareas que suben cada vez más por la presencia de la Luna; una orilla que se va hundiendo.
Sentir, dentro del mismo cielo, el límite con los dedos de unas manos que no son mías. Sentir el final donde damos vida.
Hacer como que todo lo malo del interior ha desaparecido.
Nos encontramos en cada punto de nuestros deseos, unirlos con tacto y saliva.
Revolucionar el motor de dos vidas que confunden sus propios latidos con los del otro.

Sophie Schultz

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