Heroína

Me nombran heroína cuando estoy en ruinas mientras escupo perdones como si fuera la culpable de la miseria de los demás. 

Quemar mis sueños y esconder la mano, o algo así. Así como la imbécil que se creyó capaz de comerse el mundo con los bolsillos vacíos, como si fuera más importante un viaje de fin de curso que las arcadas de la niña que se da por vencida o que el llanto de mi madre cuando supo que una de sus hijas quería morir.
No estoy luchando por nada, no puedo ser el condicionante de nadie, ni tampoco debo seguir pagándole a un sistema que me quiere ignorante, muda y muerta, pero es lo que hago. Ya no sé si soy Cristina, hipócrita o la que se mete los dedos en la boca a escondidas para no cagarla más. Me es imposible empatizar con nadie ahora mismo; ni yo lo hago conmigo. Que sí, que hay quien se niega a conciliar el sueño con tal de no oír llorar a la niña que soy. Que no, que los lazos de sangre se deshicieron en infecciones por todo mi cuerpo desde hace meses, que no puedo ser la heroína de nadie sintiendo la apatía sobreviviendo. Que ya he olvidado cómo respirar involuntariamente y mi hogar es donde me martirizan los sordos mientras trato de mantener la cabeza alta para enfrentarme a nuestros demonios. 

Ni futuro, ni amor, ni cobijo.

Harumi Hinoraka

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