Dieciséis

La inseguridad de unas manos inexpertas.
La complicidad en unos ojos. Que brillan.
La sonrisa de tonta. A tres centímetros de tus dientes.
El corazón a mil por segundo. En la boca del estómago.
Las ganas de romper a llorar. Pero no de tristeza.
El miedo a sentir todo esto... Y las ganas de sentirlo. Puro masoquismo emocional.
En mayo publiqué mi
operación a corazón abierto. Exceso de sentimientos azucarados. Y el verdadero
problema estaba un poco más abajo de mi pecho…
Tengo gusanos en el
vientre. Enhorabuena, van a ser mariposas. Y yo pensando que estaba en mi
entierro...
Me preguntaste si he
estado enamorada alguna vez. Es triste, pero no.
No de dictadores, ni de
protagonistas de series de tercera.
Tampoco de falsos
lectores, ni guaperas de novela.
Sí de ti.
Y yo, que preferí hacerme
la tonta antes que confesártelo, te pregunté que cómo se siente eso de enamorarse.
Me dijiste que por las ganas de llorar, de felicidad.
Y yo,
que pasé de hacerme la tonta a serlo, estoy llorando como tal. De
felicidad.
Vuelvo a tener dieciséis años.
Y me sigues gustando como entonces.
Y todas sus
consecuencias.
Mucho has tardado, destino.
Ya es hora de merecernos.
Jo, qué bonito.
ResponderEliminar